martes, 15 de julio de 2008

¡¡Viva!!

Viva, pero aún en la ventana.
Alguna armonía habla y no comprendo.
Alzas tus alas, me miras…
Se oyen campanas.
Me maravilla el cielo.
Sólo hay noches sin estrellas
en aquel lugar gris del que quise marchar.
Susurran al unísono las ruinas y el ayer:

¿Estas ahí?

¡No! Ahora… ¡Viva!

Como una anciana en su cuna
enterada de que llega aquel sueño de cría
de algún día poder volar.
En mis dedos el sonido del mañana.
Aprendo por primera vez a respirar,
sentir,
sin miedo,
creer.
Y aún sabiendo que al llegar
seguiré echándote de menos;
y aún habiéndose roto mil sueños
vestida de negro en abril.

Viva…

Sentada en el balcón que me llevará
al cielo,
amando,
con los ojos cerrados imaginando
tus alas…
tus besos…
tus ganas…
tus sueños…

El ayer:

¿Estas ahí?

No…
Ahora siento el dulce contraste
entre uno de esos segundos
y la única eternidad en la que creí y creo.

Hilando mares

Aprendí males de las malas hiervas.
Iba andando, marcando los sinuosos
cojos caminos, los ancianos fosos
que de maldición ataban mis cuerdas.

Hilando mares escuché un rumor.
En el fin del esperar, la esperanza.
En la nostalgia, rota cual escarcha,
el agridulce y sin sentido amor.

¡Qué poco sola anduve hallando sendas
de penas y dolores caprichosos!
Pero jamás mi sueño abría puertas.

¡Cuán distinto es ahora que hilo mares
y estoy más sola que en días sin gozo!
Pero amando ando y desaprendo males.